El café no siempre sabe bien. Hasta hace unos años, yo no quería saber mucho de café. Todo cambió cuando descubrí que esa amargura terrible de muchos cafés no es una característica deseable, sino más bien un defecto. Desde entonces me he dedicado a buscar un café lleno de aromas y con una historia que contar. Para lograr esto, la primera necesidad es que el café sea fresco.
